20 jun 2009

Street Fight (documental)

Las elecciones en Estados Unidos son otra cosa. Aquí es posible ver que individuos capaces de armar un pequeño equipo puedan hacer frente a poderes fácticos. Luego llega el problema de conseguir dinero para la campaña. Porque aquí, los presupuestos de las campañas no salen del bolsillo del contribuyente, de los impuestos de todos. Claro que esto tiene una segunda parte: aquellos candidatos elegidos que a los que no les basta con intentar cumplir su programa electoral -también los hay con mala memoria- sino que entienden que deben devolver el favor a los contribuidores a su campaña y empiezan a repartir contratos y prebendas una vez instalados en la poltrona.

En Street Fight -un documental nominado al Oscar; eso, por si solo, tampoco quiere decir mucho- se puede ver la lucha de Cory Booker -el actual alcalde de Newark; la ciudad en la que está el aeropuerto al que llegan los vuelos de Continental desde Madrid- por conseguir la alcaldía de su ciudad en contra del alcalde titular, un tal James al que se nos pinta -y él solo se bata para demostrarlo- como un tipo no muy de fiar. Al final, Booker se queda con la piel en los labios pero promete seguir en la lucha (cuatro años después conseguirá su objetivo).

En el documental se puede ver como lo de traer a gente de fuera en autobuses para llenar mítines o para dar la nota a favor del candidato de turno -James- no es un deporte únicamente español; en uno de mis momentos favoritos, a James se le llena la boca diciendo que sus muchachos son todos voluntarios.

La demagogia o los ataques personales tomados por los pelos también están a la orden del día: el viejo James -negro- acusa a Cory Booker -negro pero de piel clara- de ser un republicano blanco -ambos candidatos son demócratas- y es que lo del racismo es algo que no va sólo en una sola dirección y, por lo visto, que un hermano te llame "blanco" es uno de los peores insultos que un negro puede recibir, sobre todo si es un candidato. Golpes bajos.

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