La cuestión es que, y no es la primera vez, la gente que tiene que concertar las citas con los clientes para que un servidor les instale cierto hardware no están muy finos -o quizás, por mucho que el cliente siempre tenga razón, el usuario no tiene NPI de lo que le están vendiendo-.
El cliente había llegado a la conclusión de que al instalarle nuestro hardware (una promoción gratuita) podría dar de baja su contrato con su proveedor de Internet y poder conectarse por la cara. Vamos, que nuestra empresa es una hermanita de la caridad en esta tierra del capitalismo sin tapujos.
Así que el resultado es que me vuelvo sin la satisfacción del deber cumplido, aunque sí con unos cuantos minutos más que añadir a mi factura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario